El ensayo teatral empieza con la lectura del guión, analizando cada escena. Tenemos que averiguar para poder vivir con naturalidad las situaciones imaginarias.

Analizaremos el deseo y “la columna vertebral” del personaje:

• ¿Por qué está aquí el personaje?
• ¿Qué quiere conseguir el personaje?
• ¿A dónde irá el personaje?

El segundo paso, el movimiento escénico.

El tercero, incorporar el texto cantado, aprendizaje de la línea melódica y la posterior grabación.

El alumno/a tiene que querer participar y amar esta actividad para poder ser creativo y aguantar las largas horas de ensayo. Si no está convencido/a antes de empezar, no les podemos motivar o ilusionar nosotras, pero sí mantener la llama.

Cuando el artista se plantea presentarse ante el público, lo hace para transmitir un mensaje o “ser espejo de la humanidad” como lo llama Shakespeare, para que puedan corregir sus errores o buscar soluciones a sus problemas.

En el caso de los actores-alumnos se gana también en otro aspecto. El actor/intérprete, al analizar las vidas de sus personajes, consigue aprender experimentando en una atmósfera segura y sana.

Oliver Twist trata varios temas como son la pobreza (el efecto en el alumnado podría ser el valorar más las cosas a la vez que ver y creer más en la riqueza del espíritu), la suerte o el destino, la lucha entre el bien y el mal.

El teatro no puede faltar en la formación de un ser humano completo y educado. Sin la empatía, los valores, la expresión, la creatividad y la seguridad que proporciona el arte dramático, somos un poco más inseguros.

Garantizamos que nuestra actividad tenga el más alto nivel y profesionalidad. Recuerde que no somos canguros, somos actrices y queremos formar artistas.